lunes, 8 de octubre de 2012



Despedimos temporalmente a Patricia,

Y una tarde de otoño empezamos a hacer estas esparteñas, zapatillas, chanclas o como queramos llamarle, para la  Momia de la aconcagua de Mendoza en Argentina. Se lo dedicamos entero a Patricia Dussel que hoy ha cambiado temporalmente de ciudad, de país y de Continente. Besos Patricia, te tenemos muy cerca...












El arqueólogo Juan Schobinger decía que “Mendoza entró un 8 de enero de 1985 en la historia de los entierros-sacrificios”. El hallazgo se produjo por casualidad, cuando un grupo de andinistas trataba de alcanzar la cumbre del Aconcagua en un ascenso por distintos puntos para celebrar los 50 años de la creación del Club de Andinistas de Mendoza.

Dos semanas después del descubrimiento una nueva expedición integrada por andinistas y arqueólogos, con Schobinger al mando de la misma, fue en busca del fardo funerario. Éste se encontraba a 5.300 metros de altura, próximo a un contrafuerte llamado Pirámide y a un paredón de difícil acceso.

Al cabo de dos días de trabajo se descubrió el cuerpo de un niño de unos siete años, plegado en sí mismo, envuelto en varias piezas textiles, con un tocado de plumas. La momia estaba acompañada por seis estatuillas de oro, plata y un molusco del Pacífico, tres antropomórficas y tres que representaban a animales.

“Este hallazgo es muy especial porque se trata de un sitio ceremonial de altura. A veces se lo llama genéricamente santuario de altura. Es un lugar al que se llevó en una situación votiva especial a un ser humano a la muerte. Esta ceremonia, llamada Capac Hucha implicaba el envío de personas al sacrificio. La muerte del niño pudo suceder ahí mismo o se lo llevó muerto”, relata Bárcena.

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